jueves, 6 de junio de 2013

Pura alegría.





Ayer, algo más tarde del medio día, mientras preparaba la ensalada del almuerzo, recibí un mensaje en el que se me informaba de que el Premio Príncipe de Asturias de las letras de este año le ha sido otorgado a Antonio Muñoz Molina. La emoción fue inmediata, al igual que el pensamiento que me hizo volver a reconocer la fortuna que poseemos al contar con él entre nosotros. No conozco personalmente a este autor, pero son tantos los buenos recuerdos que tengo de las lecturas de sus libros que la noticia me hizo sentir que en ese instante estaba compartiendo algo de eso que es fácil repartir entre las buenas personas con las que uno trata: la ausencia de maldad ni de revancha, las cosas por su sitio, la sencillez con la que se muestran las explicaciones y lo que éstas contribuyen a que la vida sea más vida, y en el caso de Muñoz Molina, y de forma especial, la manera tan humana en la que ofrece sus conocimientos en todos aquellos lugares en los que va depositando el rastro de sus palabras: en sus novelas; en esa página de Ida y vuelta con la que cada sábado se inaugura Babelia, el suplemento cultural de El País; en los libros en los que se recopilan sus artículos, como Las apariencias, Travesías o La vida por delante; en los breves relatos recogidos en Nada del otro mundo; en los magníficos ensayos en torno a la creación literaria que pueden ser encontrados en Pura Alegría, o los dedicados al arte en El atrevimiento de mirar, la última de sus obras junto con el sensato y pormenorizado repaso a las causas y consecuencias de la actual crisis encontrado en Todo lo que era sólido; en los prólogos de alguna obra como los Cuentos completos de Juan Carlos Onetti, ¡Absalom, Absalom! de William Faulkner o la autobiografía de Hermann Melville; en la revista Muy interesante, opinando y aportando su sentido común en el terreno de la ciencia, y  allá donde aparezca porque encontrarlo es como percibir que conviene detenerse a escuchar algo que tal vez en algún momento pueda ser útil, entre otras cosas, como decía Flaubert de la lectura, no para divertirse ni para alcanzar nada en concreto sino para vivir, sencillamente para vivir.
Una clara muestra de esa cercanía se encuentra en Escrito en un instante, el apartado de su página web en el que comparte con todos aquellos que lo deseen la belleza de las cosas cotidianas, el día a día, en el que sus lectores encuentran un motivo para disfrutar de la sensibilidad de este hombre en una pocas líneas, en las que va contando lo que le sucede, lo que piensa, lo que se le ocurre, lo que quiere decir, lo que ve, lo que se imagina, lo que le da la gana, haciendo de ésto una especie de diario en el que uno puede lo mismo acercarse a un cuadro de Juan Gris que a un aula del Instituto Cervantes de Nueva York;  a un paseo en bicicleta por Upper east side o a un centro de investigación dependiente de la NASA; a un viaje por Lyon o a un regreso a Madrid tras seis meses en Estados Unidos; a la vida en definitiva y a todo lo que ésta tiene de bueno y de dado al disfrute, de bello e inteligente, de crítico y mejorable, a esas ganas que a uno se le pegan de querer saber, cada vez que encuentra en sus libros aquello que tantas veces se preguntó: la huella, el instinto, el olfato, la apetencia, la emoción, el alimento, la imagen, el sonido, el pincel, la secuencia, el ritmo de la palabra, el vocablo acertado, la sintaxis ejemplar, la guía para no perderse entre tanto como encierran los estantes de la biblioteca, el faro, la referencia, el punto de fuga y de mira, todo lo que tiene que ver con la literatura con lo que se disfruta tanto como un autodidacta lo hace con esa serie de listas en las que va introduciéndose en la historia.
ENHORABUENA, MAESTRO.

4 comentarios:

  1. Clochard:
    También me gusta mucho cómo escribe Antonio Muñoz Molina y su opiniones me resultan casi siempre interesantes.
    Recuerdo especialmente un coloquio televisivo en el que hablaba sobre "Plenilunio" después de la proyección de la versión cinematográfica de su novela y dijo algo que, siendo cierto, parece como hubiera manifestado una opinión descabellada y contracorriente. Decía que no le interesaba la vida de un asesino, que no entendía (o quería entender) que hubiera un sinfín de películas y novelas basadas en la personalidad criminal de asesinos, presentándola como algo fascinante. A él le repugnaba esto y quería centrarse en la vida de la víctima, su sufrimiento inmerecido, la brusca ruptura de sus emociones, alegrías y deseos, la tragedia de una vida destrozada.
    También es muy cierto que es dificilísimo, en literatura y en cine, dibujar personajes buenos que no aparezcan como memos aborregados y merecedores del castigo del psicópata de turno.
    Me alegro por el premio a Muñoz Molina, se lo merece sin duda.
    Salu2 jienenses.

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    1. Dyhego:
      AMM es uno de los mejores ejemplos de lo que significa ser un intelectual comprometido, humilde, buena gente, sencillo y muy generoso al compartir sus conocimentos de una manera que no resulta pesada ni pedante, siendo un erudito, un sabio: cosa difícil de encontrar. Se aprende con él mucho sobre el valor de las cosas que damos por supuestas y no lo son tanto.

      Salud.

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  2. Hay mucha riqueza por esa tierra debe ser,el "oro líquido" o los aires sureños...Un abrazo nórdico!!

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    1. Todo contribuye un poco: la tierra, el aceite, los árabes que estuvieron por aquí mucho tiempo y dejaron muy buenas cosas, el airecillo, la sierra, el arte, en fin cosas buenas.

      Mil abrazos.

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