jueves, 3 de julio de 2014

Maneras de leer


Parece que cuando llega esta época del año a todo el mundo le da por pensar en eso que conocemos como lecturas de verano. Quien más y quien menos opta por echar en su equipaje algún que otro libro cuando se dispone a salir dispuesto a pasar una temporada en la playa. Es como si estuviésemos esperando a disponer del tiempo libre de las vacaciones para justificar el hábito de la lectura, que nada tiene que ver con no tener otra cosa que hacer sino con tratarse de una condición sin la cual parece que le falta a uno parte de la dieta. Lo bueno de esto es que la gente discurre y no piensa en otras cosas, que se sumerge en mundos antes desconocidos y, con un poco de suerte, en caminos que aportan cierta dosis de curiosidad en la que se encuentra la semilla de futuros descubrimientos; lo malo es la cantidad de bazofias literarias, si es que pueden ser consideradas pertenecientes al ámbito de la literatura, con las que el personal se recrea, se lo pasa la mar de bien, se atreve a recomendarlas a sus amigos y contradictoriamente acaban diciendo de sí mismos que les encanta leer, que ellos leen mucho. Yo no leo ni mucho ni poco, y como con la escritura me sucede que hago lo que puedo y no lo que quiero, pero de momento y gracias a algún ángel de la guarda cuyo nombre desconozco, además de, y esto reconozco que es un prejuicio, apartarme lo más posible de los best sellers, suelo prestarle la  misma atención a esas obras con las que se distrae el personal echando unas risas que la que le hago a quienes tratan de inmiscuirme en una de esas conversaciones en las que lo que se pretende es no dejar títere con cabeza hablando de quienes no se encuentran delante, es decir ninguno. En alguna ocasión escribí sobre el cambio que de un tiempo a esta parte había sufrido el aspecto de los escaparates de las librerías, repletas de libros de cocina y de manuales que atesoran mil y una razones para hacerse rico en unos cuantos días o para aprender inglés con un ridículo número de palabras. Ahora la tendencia es otra, ya ni siquiera es la de las prometedoras falsas causas con las que el ánimo puede darse un respiro, como cuando uno piensa en que le toca la lotería, sino que la tendencia ha acabado por definitivamente ser desternillante a ojos de quienes vamos buscado alguna buena sombra bajo la que cobijarnos. Ahora se publican libros sobre cualquier cosa ordinaria escritos en una facilona clave de humor que desconoce todo tipo de sarcasmo e ironía con atisbos de inteligencia, o te das de bruces con la biografía de un tertuliano del sensacionalista tercer orden del plantel televisivo con el sello de quinta o sexta edición en la portada. Los otros, los nuevos escritores bien instruidos y con ganas de contar cosas importantes, con ganas de escribir sobre aquello que es criticable con propiedad en la palabra escrita, esos que anhelan ganar digna y justamente unos cuantos euros, con una primera edición de esa obra que lleva años rondando entre sus escritorios y cabezas, que les permitan dedicarse en cuerpo y alma al estudio y a la investigación necesarios para continuar haciendo lo que más les gusta, se ven entre la espada y la pared de la poca autoexigencia intelectual de una mayoría que esboza un bostezo antes de decir este o aquel otro escritor son un coñazo sin siquiera haberse preocupado a echarle un vistazo a ninguna de sus páginas: la misma deficiente autoexigencia que, por extensión, nos lleva a pensar que es lo mismo no votar que hacerlo en blanco. En fin, maneras de leer parecidas a leer de cualquier manera. 

6 comentarios:

  1. ¡Qué rabia me da perder los comentarios!
    Lo siento, Clochard.

    Salu2.

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    1. ¿ a qué comentarios te refieres?

      SALUD, Dyhego

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    2. Había escrito un comentario pero no sé cómo se ha perdido en el ciberespacio. No es la primera vez que me ocurre. Me dio pereza volverlo a escribir de la pesambre que me entró. Si realmente te interesa, dímelo y te lo escribo.
      Salu2 sin pesambres, ya, Clochard.

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    3. No te preocupes, Dyhego; haz lo que te plazca. Ante todo disfruta.

      SALUD

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  2. "En la variedad está el gusto",El criterio es un filtro estupendo para saber lo que le satisface a cada cual..Aunque creo que la búsqueda y la concienciación debiera empezar desde pequeñitos.Un abrazo de iniciación...!!

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    1. La comodidad es muy peligrosa, digo yo, en asuntos de cultivo.

      Mil abrazos.

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