miércoles, 4 de noviembre de 2015

Falta de gratitud




Resultado de imagen de tiempos pasados
Hay que ver con qué frecuencia se nos olvida el esfuerzo que hicieron nuestros mayores para que podamos hoy disponer de tantísimas herramientas a las que no sabemos sacarle provecho. Hasta hace unas décadas en la mayoría de los hogares españoles no había agua corriente, y la luz había llegado como un milagro unos cuantos años antes a muchos reductos rurales. Yo nací con todo lo imprescindible para desarrollar una vida plena y no tengo esa rememoración de tiempos duros a la que aluden algunos escritores para inducirnos al ejercicio de la conciencia, entre los que sobresale Antonio Muñoz Molina; tuve una suerte de la que no disfruté con el sentimiento de un privilegiado, una suerte a la que no le daba importancia porque para entonces los niños ya estábamos siendo educados en ese clima social que se desentiende del trabajo de quienes se batieron el cobre para que sucediese algo parecido al progreso, una nueva generación que nos creíamos que se encontraba todo puesto en bandeja para nosotros desde el día de la creación. Recuerdo que con mucha frecuencia le preguntaba a mis abuelos por cómo vivían en su juventud, por cómo se desarrollaban las faenas domésticas en sus pueblo; mis padres corroboraban esos datos contándonos experiencias de su niñez, de sus primeros trabajos, de la escasez que propinó la guerra y de lo que costaba salir adelante, pero a pesar de ello no se infundó en mí un espíritu pleno de conciencia sino más bien la habilidad de escuchar historias de tiempos pasados que yo me imaginaba en el blanco y negro de la tele, como si el aire y las casas y los animales y los cines y todo fuera en ese blanco y negro que veíamos en algunas películas y reportajes rescatados del Nodo. En ocasiones y en silencio yo me enfadaba un poco porque atribuía muchas recriminaciones de mi padre a su desactualizada postura, sobre todo cuando no me había comido todo lo que me habían puesto en el plato, pensando que no era para tanto, que teniendo de todo no había por qué ponerse así. Hoy, que vivimos envueltos en un maremágnum de inclemencias políticas ausente de valores, de cuyo calado dan cuenta los comportamientos de quienes tienen como referentes a ineptos dirigentes faltos de preparación, sucede algo parecido a esa falta de gratitud con la que muchos niños de mi infancia nos acostumbramos a crecer. Hoy, en la nueva clase política hay una pésima valoración de lo que cuestan las cosas, de lo que vale vestirse y calzarse y comer y estudiar; hoy nos encontramos con una nueva generación de políticos que se han aprendido muy bien la música pero no tienen ni idea de la letra. La cultura es esencial para fomentar el desarrollo del criterio, para sacar conclusiones y para saber ponerse en la piel del otro, para desempeñar una empatía en toda regla con la que poder atajar los problemas de frente; pero para ello es necesario un espíritu crítico que dé como resultado el crecimiento de hombres libres de pensamiento, un espíritu de investigación que nos posicione ante el dilema de cómo resolver el entuerto de la convivencia, y eso se encuentra en muchos de los libros de la asignatura de filosofía que acaban de cargarse.

6 comentarios:

  1. Parece que estoy leyendo al maestro, tú ya me entiendes...
    Bueno, yo creo que ese ejercicio, el de la gratitud es bastante difícil, requiere de una capacidad de perspectiva respecto de uno mismo, de una capacidad de salirse de si y observar y valorar y reconocer y asombrarse.
    Pero tú te asombras hasta del mecanismo de un lápiz...y eso a mí siempre me ha molado, la verdad.
    Salud y muchas gracias.

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    1. Qué generosa eres conmigo, Blimunda. Muchas gracias.
      Decía Miguel Delibes que el viajero que viaja con la presunción de estar de vuelta de todo es un observador frustrado; y es que la vida misma, y el viaje que en ella se puede hacer a diario, es ya de por si un mapamundi sobre el que poder posar la mirada con la inocencia de un niño para no dejar de asombrarse.
      Qué alegría verte por aquí.

      Besos, prosas y versos.

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  2. Es una pena, no somos conscientes de la suerte que tenemos, de lo fàcil que nos lo ponen y mal utilizamos todos estos recursos, apartándonos de la cultura, de los valores, de la capacidad de dar y ofrecer lo mejor de nosotros porque es màs fàcil ver qùe pueden hacer los otros por mì,... en fin, nos acomodamos, nos embrutecemos, no pensamos porque luego duele la cabeza y uf! Què pereza!... a ver si espabilamos y abrimos los ojos, el sistema educativo se va al traste, porque conviene una ciudadanìa torpe, aborregada y sin criterio...en gran medida lo estàn logrando, aunque por otro lado, y lo sè porque me toca, hay adolescentes crìticos, luchadores y currantes dispuestos a exigir un mundo mejor para ellos, una nueva clase polìtica efectiva y comprometida, esa es la nueva ciudadanìa que yo espero.

    Casi beso, porque por poco me pongo de mala leche. Reyes

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    1. Es un tema muy peliagudo, así es que me quedo con ese casi beso y con ese por poco que no ha llegado a consumarse; el caso es que yo lo veo así, no creo que estemos en un momento en el que precisamente gocemos de políticos de altura, y tampoco creo que seamos conscientes del esfuerzo que ha costado llegar a tener lo que tenemos.

      Besos, Reyes.

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  3. Somos olvidadizos, ingratos y crueles. Sólo añoramos aquellos que perdemos.
    A veces intentamos que no sea así.

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    1. Es algo en lo que hay que pensar y darle su importancia para que no se destierre de nuestro fuero interno.

      Salud, Dyhego.

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