jueves, 12 de noviembre de 2015

Vicio y virtud


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Podría escribirse algo sobre cuando a uno le cuesta mucho trabajo escribir, cuando no encuentra nada a cerca de lo que hacerlo, cuando esa facilidad con la que las frases le van acompañando durante el paseo, al mismo tiempo que la memoria se esfuerza por almacenar vocablos que puede que más tarde se usen, se ve envuelta en una nube de algodonosa pereza, como si necesitara uno un tiempo en el que dedicarse a otra cosa, a cualquier manualidad con la que componer la melodía que le acerque a un fragmento de la infancia desde el que rescatar los motivos para escribir uno de esos cuentos que nunca le contaron con las vibraciones de un silbido, o ese relato breve inspirado en los retales de las visiones callejeras con las que uno se topa y se cruza y se mezcla quedándose pensativo y perplejo, asombrado. Hace poco leí una confesión de Mario vargas Llosa durante una entrevista en la que decía que a él siempre le había resultado dificilísimo ponerse a escribir, que cada día que lo había intentado le había resultado una tarea tediosa, muy dura, ante la que siempre tenía que hacer uso de su tesón para ponerse manos a la obra. Es curioso. Recuerdo las palabras de mi querida Ana María Matute afirmando que se tiraba largas épocas, que podían abarcar meses enteros, sin escribir ni una palabra, pero leyendo muchísimo. Me da la sensación de que cuando uno se encuentra enfrascado, totalmente imbuido, en la lectura de varios libros que le interesan mucho, con los que disfruta tanto como para sentir esa dicha que embarga al lector cuando se ve reflejado en el mundo que le rodea mediante las lecturas que tiene entre manos, es cuando la capacidad narrativa se alimenta del germen de las palabras que van siendo destiladas en el cerebro; es como si se ejerciera un cierto efecto dominado por la inmersión en un mar de palabras sobre el que desear nadar, como si la apetencia por ponerse a escribir fuera la extensión de lo bien que se lo pasa uno dándose cuenta de lo poco que sabe, de lo que le falta, de la inmensidad del conocimiento; después viene la afición por fijarse en esa suerte de giros que caracterizan a cada escritor, su estilo, y soltar una sonrisa de placer cada vez que van saliendo algo mejor a flote los botes de la comprensión. Pienso que una cosa lleva a la otra, que se trata de un hilo conductor que produce en el aficionado esas ganas de ponerse a contar algo por el mero gusto de imitar a sus referentes, convirtiéndose ésto en un juego de lo más nutritivo ya que en el desarrollo del mismo, y a medida que van pasando los años, comienza uno a saber cosas de sí mismo que nunca había imaginado saber de no ser por haberle decidido prestar atención a la escritura como valioso entretenimiento. A mi me gusta escribir de la misma manera que me gusta dibujar, desinteresadamente, con cierto desdén y libertad, rompiendo a usar los colores sobre una cartulina creando sencillas figuras que suelen ser fruto de una especie de memoria que tienen mis manos para las curvas y los trazos que más les gustan, sin querer decir  con esto que no piense uno en lo que hace. Creo que es en estos casos cuando el vicio se convierte literalmente en una virtud, en la virtud del pacífico entretenimiento del mundo interior.

4 comentarios:

  1. ¿También dibujas?
    Me encantaría ver esos dibujos.
    Pienso, y tal vez yerre, desde lo más humilde, que escribir es tarea ardua, y aquel que no ha leído, puede escribir, y mucho, de lo ya no estoy tan segura es que alcance lo que para mí es indispensable en cualquier libro o poema que lea, y es lograr ese punto de universalidad que sea capaz de descolgarnos del prosaismo.

    Besos, JC.

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    1. Dibujo como dibuja el niño que fui, a mi aire; es algo que hago de vez en cuando para sentirme bien, para recordar momentos, para gozar del otoño y el invierno desde casa.

      Qué difícil es ser lo suficientemente sutil e intenso al mismo tiempo como para descolgarse del prosaísmo; he ahí una bella razón para seguir en la brecha de la escritura, en esa manera de ordenar el pensamiento.

      Besos, Zarzamora.

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  2. A ver si no muestras algún dibujo escaneado o fotografiado...

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    1. Este otoño tengo pensado ponerme a dibujar algo, estoy con la ilusión de los niños, jajajaj.

      Salud, Dyhego.

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