martes, 26 de enero de 2016

Biblioteca



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Entre las serenidades de las que más disfruto se encuentra la de la biblioteca, ese sitio colmado de la paz que uno necesita, de la salida de órbita del rumbo fijo de las obligaciones, el rincón predilecto para que pasen las horas sin mirar al reloj nada más que cuando sospecho que debe ser hora de marchar, de salir a la calle con esa sensación de plenitud que tanto ayuda a contemplar la ciudad como mirada por otros ojos, por los ojos de las cosas que en ella se encuentran. La calma, la dicha estudiantil, la didáctica materia del género bibliotecario, el placer que uno a sí mismo se regala y del que disfruta ausentándose del mundo, del mundanal ruido de las bocinas y las alarmas mal programadas, del estrépito ambulante de una ambulancia agonizante, de la quinta marcha y la sexta velocidad de las máquinas modernas, como instalado en una caverna o en un submarino, en una cueva inteligente y prodigiosamente sensata, en la miscelánea de las estanterías, en ese planeta global e incompleto hasta que llega la mirada del lector a rescatar la verdad de los libros; todo está en los libros, todo está en esta cabaña en mitad del bosque que no vemos tapado por la frondosidad de la idiota perversión y del inmaculado tapete del mérito al trabajo. La biblioteca es un manantial de señas de identidad acumuladas, almacenadas y adocenadas, ordenadas, en los anaqueles indestructibles para la imaginación de quienes gozan del privilegio de saberse seguros de sus facultades curativas para el alma, para entender el desastre y la belleza, los cambiantes códigos de una generación agresivamente incauta que no sabe lo que tiene. Los sigilosos pasos que un estudiante da por un pasillo como concentrándose en no hacer ruido es ya el gesto que uno le pide a la humanidad para que sea posible la convivencia, ahí empieza todo, así se empieza, pero cuándo vamos a empezar. La levedad del casi imperceptible sonido de las páginas al pasar, las carpetas en las que el mundo se divide en asignaturas, los ordenadores que le dan a esto un aire de redacción de periódico, esas sombras que duermen iluminadas en las profundidades del depósito en el que se encuentra la tentación de las primeras ediciones, donde descansan Ovidio y Plutarco, James Joyce y Platón, Aristóteles, ética y política, método y estética, diálogos, biografías, ensayos, traducciones, poesía y ciencia, ideología de las letras y el estudio, museo viviente del arte escrito y figurado en las reflexiones de quienes estudiaron antes que nosotros la manera de no volverse locos con tanta mediocridad de por medio; amor por el signo y el borrón; la biblioteca no cesa de emanar aire limpio, de aumentar las posibilidades para encontrar las contraseñas que nos dirijan hacia la libertad, hacia el fondo de la cuestión de nosotros mismos. Conócete a ti mismo, ojalá llegues a ser lo que eres, todo eso se puede intentar y paulatinamente, a medida que el discurso interno del entendimiento va dándose la mano con la disgregación de los conceptos atrapados por la musa de la comprensión, todo eso puede ser alcanzado, puesto de relieve, fundido en la fragua de Vulcano del aprendizaje dejándose enseñar, todo puede ser pulido con el cincel que sobresale en autenticidad dialéctica, en cuidados defensores del cultivo del jardín de la infancia con el que la planta de la madurez no se tuerza, de la pulcritud con la que se meten en su mundo los niños enseñándonos como es el universo de los descubrimientos. La biblioteca sobresale entre los edificios porque de ella emanan las señales de humo que provocan el rechazo de la inconsciencia, y gracias a ello todavía puede uno disfrutar de la biblioteca, de este limbo encontrado y perdido en el horizonte de este ser de cercanías.

5 comentarios:

  1. Pues a mi,me parece:que las bibliotecas municipales tienen demasiada luz,sillas incomodas y poca orientacion para el que empieza.Mi biblioteca ideal,se llamaría:leeme,tendría sofas,lamparitas de mesilla,cuadros de escritor@s y de músicos,maquina de café,video-libros con cascos,zona audiovisual,club de lectura los miércoles,los jueves, el arte de escribir,comienzo a la lectura los viernes,los martes, día del estudiante con acercamiento a los jovenes y el lunes,aprende a leerte...O algo parecido.Que te parece?El Sofa y la máquina de cafe,innegociable y mucha paz.
    Un abrazo fantasioso!!

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    1. Alabo tu gusto por esa biblioteca ideal, tan platónica y atractiva. Qué buen gusto tienes.

      Mil abrazos.

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  3. Ya quedan pocos lugares donde haya silencio.

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