sábado, 2 de enero de 2016

Descargas eléctricas


Resultado de imagen de descarga eléctrica

Escribir estos ejercicios respiratorios es disparar con palabras, con fogonazos, con descargas eléctricas, con destellos de instintiva escritura, como si el pensamiento quisiera despojarse de aquello que de una u otra manera le acosa y necesitara desprenderse de ello de una vez por todas. Raptos de alegría y de tristeza, una mesa de mezclas, una claridad en mitad del nubarrón, un bidón de gasolina a punto de prender, un depósito de frases que estalla por los aires; acompasados ecos de la celestial música del presente, de todo lo que queda grabado en la retina, de lo que se alimentan las pupilas, lo que hay dentro y fuera de uno, el ser emancipado de la convencionalidad con tal de no tener que aguantar historias, mediocridades, falsos proyectos, idioteces, conjuras y conciliábulos, chismes, acuerdos infieles, descaros, apaños, mugre en definitiva, falta de valores, mafias, peloteos, mucho cobarde alrededor de las inteligencias a las que se les hace la cama. La decepción es muy buena para los ejercicios respiratorios porque parece que lo tira uno todo por la borda, que se quita la camisa, que se abre de par en par, que regala su alma a las musas de la escritura automática dejándose llevar por un arranque de ganas de escribir saliendo de ellos con la sensación renovada del nulle die sine línea. Hay zonas del olvido que resucitan, que parecían muertas pero que aún prevalecen ante la desmesura de atrocidades, y de ellas se acaba sacando en claro lo débiles que somos, lo poco de poesía que nos habita, no habiendo más remedio que joderse y verlas venir, dejarse engañar, echarse el alma a la espalda, perdónalos porque no saben lo que hacen. La crueldad es nuestra forma de ser con tal de aparecer en la foto, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Cuestas de enero, atrasados recibos con el recargo de la decepción; ya no valen las palabras, ya no vale el corazón, ya no valen las buenas intenciones, ya no valen la dedicación ni la nobleza, ni el querer, ni plantearse metas, ya solo vale el atraco a mano armada, la insensatez, la cabezonería, la hidalguía, la pereza, la conformidad, arrastrarse por los suelos, la mentira. Perdón por la tristeza, también tiene uno derecho; perdón por ser tan deslenguado, aunque creo que nadie se entere, ni se dé por aludido, ni le vaya ni le venga, ni se tome pollos a pelar, ni se pique ni lo entienda porque entender el castellano ha pasado a formar parte de pretéritas condiciones, mangos de paraguas, sellos de correo, billetes de Falla, tomates naturales, aroma a tierra mojada en las capitales del estado, oficios, planes de estudio, éticas y estéticas de otros tiempos.

2 comentarios:

  1. A veces viene bien un buen "rampazo", que se decía antes. ¡Pero que sirva como estímulo, claro!

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    1. Que sirva de continuo aprendizaje; estoy de acuerdo.

      Salud, Dyhego

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