miércoles, 20 de enero de 2016

Oxígeno y belleza


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Con la de cosas que hay en el cielo y en la tierra y en el fuego y en el agua y en el mundo, y en los planetas que cada uno lleva cosidos en el alma aunque tenga los bolsillos desfondados, y en las costillas que han soportado los envites de los golpes del camino y en la risa que se queda clavada en el techo porque se muere del gusto; con la de azucenas y cenefas y rosas y claveles y margaritas y crisantemos y gladiolos y olimpos de las más bellas y hermosas obras de arte y jardines colgantes del ensueño de un porvenir remoto pero seguro, y de las razones con las que se reboza el humor y se recolectan las canciones y se deja hablar a los demás, y de los concilios en los que no se les pone trabas a la razón ni vallas al campo ni tilde a las llanas o a ver cómo hay que decirlo; con la de colores y aromas y sabores y perfumes y epicentros fugitivos que contrastan con la indolencia en la que se resumen muchos de nuestros males, con la de síntomas de bondad y de benevolencia y de bienestar y de bebidas exóticas como el orgasmo o la música o la poesía o la prudencia o la abundancia de sintonías, por extraño que parezca, musicalmente musicales, estamos de acuerdo; con la cantidad de amistad en forma de abrazo y de lazo y de besos y de racimos de uvas sin pepitas amargas ni de conchas marinas que se despedazan a las primeras de cambio, o brújulas que nos desorientan los sentidos porque han sido imantadas por los duendes de la pérdida del norte y del sur y del este y del oeste, ya está bien; con la de caminos sin recorrer que auguran resplandecientes futuros envueltos en esferas cristalinas y brillantes y pendientes del hilo tenso de la cordura con almizcle que decora el marco de la ventana del mañana con un prometedor tiempo venidero como dibujado con pinceladas de centelleantes acuarelas, con la de mieles y laureles y éxitos y salidas y pasos hacia delante y nunca hacia atrás, y nunca hacia atrás se ha dicho, siempre hacia el horizonte y la llanura sin chinitas de esas que le hacen a uno la vida imposible en el interior de sus zapatos, con lo que hay que ver, ah, ay, ahí voy yo, por ahí van los tiros, de eso se trata, esa es la vaina de vainilla sin edulcorantes ni cremas ni mejunjes raros que lo camuflan todo y todo lo descomponen sin atreverse a recomponerlo. Con lo corta que es la vida y lo larga y honda que podemos hacerla recreándonos en la extensión del mapamundi de nuestras ideas más ingenuas y más valientes y más coherentes y más ardientes y dichosos los ojos que lo vean y que lo ven y se atrevan a verlo, arrimando el ascua a la sardina de las trompetas de la selva virgen del sonido mesurado aunque parezca mentira porque por la Mancha Sancho se aquijota y Don Quijote se ensancha, ya se sabe, y no se imagina una batalla con nombre de derrota. Abrir lo ojos, dar un paso, hacer una foto, coger un pincel y un lápiz y una pluma y un sacacorchos, agarrar una copa y una tabla de windsurf para recrearse en la cresta de las olas de las energías positivas de la calma y de la templanza ensimismada como un niño en el sueño del idílico paraíso del que se niega a despertar. Siempre escribe uno sobre lo mismo, a distintas atmósferas de distancia pero sobre lo mismo, sobre lo que le mueve por dentro y por fuera, sobre lo que le inquieta y le hace ponerse a lo suyo, a los ejercicios respiratorios, a todo lo que tenga que ver con esta manera de ser que es como es porque con mucha frecuencia, todos los días, se enamora uno de la belleza de las cosas con las que, una vez convertidas en oxígeno, se le llenan los pulmones.

2 comentarios:

  1. Tienes razón, Clochad. Con la de cosas que hay, y a veces perdemos el tiempo en tonterías, en soberbias, en envidias, en mezquindades. ¡Dios nos libre!

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    1. Así es, y vuelvo a decir: lo más difícil es asumir la realidad, pero superada esa prueba de fuego aquí estamos para lo que nos echen, y para disfrutar de todo lo que tenemos.

      Salud.

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