viernes, 4 de marzo de 2016

Soñar con cordura


Resultado de imagen de conócete a ti mismo

Nadar como pez en el agua, ladrar como los perros de Cervantes, caminar al estilo de Machado, sentir la libertad a lo Miguel Hernández, paraísos artificiales visto lo visto, mundos internos, atmósferas por las que deambulan quienes todavía sueñan y por quienes merece la pena sentirse atraído; en ellos está el reino de los cielos sobre esta tierra quemada que se defiende dándonos lluvias en Agosto, nevadas en Julio, flores de almendro en Enero y varapalos climatológicos con los que dirigirse a la moderna impertinencia de los a quemarropa carburantes. Existe el infierno, un invento, sobre la faz de circunferencia voladora en la que habitamos, en la que nos hemos propuesto llevárnoslo todo por delante como si nos diese exactamente igual que al día siguiente de habernos ido se fundiera la tierra. Hay una distancia infinita entre lo que se puede conseguir y la mediocridad a la que hemos/estamos sido/siendo conducidos, una línea transversal como trazada por la regla de una peligrosa ramplonería carente de escrúpulos, y cuidado porque en no dar nuestro brazo a torcer se encuentra la llave del tesoro del conócete a ti mismo un poco como que pasado de moda. No hay derecho a que las nubes de los sueños sean fulminadas por el despotismo de quienes solo aspiran a plutócratas, género que viene a ser un tipo de homo que se caracteriza por no saber lo que quiere porque lo que quiere le ha sido impuesto arrancando de raíz todo análisis que le permita configurar las bases de un criterio propio; no hay derecho a que la humedad del mercantilismo se apodere de las paredes de nuestro hogar y acabe convirtiéndose en el decorado, en el detalle, en la seña de identidad con la que salvarnos de la diferencia cayendo en el complejo, en el prejuicio, en el miedo al qué dirán; qué dirán quiénes, cómo, cuándo, pero qué se han creído. Hay manzanas que no existirían si no fuera por Magritte, golondrinas que emergen como de la cabeza de Matisse, bigotes inexplicables si no fuera por Dalí, versos en cada esquina que no serían lo mismo sin Federico, ángulos a partir de los cuales se desarrolla la historia de un cuadro visto desde múltiples perspectivas imposibles de concebir si no hubiera un Picasso en nuestra conciencia de contempladores ensimismados en la naturaleza de una obra de arte que dice y que cuenta y que emite la lúcida radiación de la imagen que vale más que mil palabras; hay despedidas desde la barandilla de un barco o desde las ventanas de un tren que nos llevan al niño que fue Nabokov, y hay un ser dentro de cada uno de nosotros con el que conviene discutir y ponerse de acuerdo, escucharlo y que  nos escuche, porque de lo contrario nos limitaremos a ser las marionetas del circo de esa bruja que se llama actualidad y no los creadores de la irrepetible versión de cada uno de nosotros que podríamos denominar presente, o dicho de otra manera poner los pies en el suelo y no cesar de soñar con toda la cordura que nos sea posible.

2 comentarios:

  1. Soñemos, con condura o con locura. Despiertos o dormidos. Con ilusión o con desgana. Pero soñemos. Si no, ¿qué nos queda?

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    1. Soñemos para que con las sobras de nuestros sueños nos sobre para comer.

      Salud, Dyhego

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