viernes, 22 de julio de 2016

Temas de actualidad


Resultado de imagen de asumir la realidad

La vida cambia más rápido de lo que a veces podamos pensar, el huracán suplanta al rayo, el trueno al vendaval, el agua al viento y viceversa, qué más da, y así hasta nunca acabar. Un lío. Lo que ayer era ya no es; lo que hace un momento tenía cierta importancia ha dejado de tenerla debido a que ha venido otro suceso a suplantarle el protagonismo y a acaparar nuestra atención de forma inmediata, eficaz, fulminante, rauda, imprecisa, movediza como las arenas de una ciénaga; lo que teníamos pensado hacer mañana ha cambiado de lugar en nuestra agenda a causa de otro estímulo encontrado en cualquier rincón del subconsciente, otro estímulo provocado por el cúmulo de información adherida o trufada como una lapa a lo que realmente importa que casi siempre suele ser lo más sencillo y a lo que poco a poco le vamos dando menos sitio, viéndose conmovida esa chispa del pensamiento por algo parecido a esos fotogramas invisibles en los tráilers que anteceden a la emisión de una película en el cine y que fijan en nuestra apetencia las ganas de salir corriendo a por una Coca cola. Hoy que tenemos más que nunca, hoy que todo eso además lo tenemos más cerca, hoy que en teoría tenemos más y mejores herramientas para sentirnos satisfechos, nos encontramos en la encrucijada de no saber qué hacer con lo que tenemos y de no valorar lo esencial de la existencia que viene a ser la vida misma a lo largo de cada minuto que pasa. La cerrilidad de los credos, el y tú más, la incompetencia que sobreviene en inapetencia por el arte, por lo bello, por la sutilidad; un galimatías de difícil solución y de tan mal aspecto como para encontrar en él la tranquilidad y muy sustancioso en lo que a la crónica se refiere. Esto ya de por sí es un buen tema, un filón, una mina, una cantera de emociones y de motivos y de razones y de ideas sobre las que ponerse a escribir, pero de la misma manera que se está dejando de leer a los clásicos, precisamente ahora que tanto los necesitamos, corremos el riesgo de que nada de lo que efímeramente tenga la capacidad de implantarse acabe por convertirse en clásico para generaciones venideras, en referente de conducta y de estilo, en forma de pensamiento, en piedra angular de la evolución, porque nada adquiere la cualidad de solidez necesaria para configurarse como ejemplo de criterio inteligente, salvo las contadas excepciones de las mentes lúcidas que soportan con ahínco titánico las desavenencias, y ahí me refiero a los escritores que merecen la pena porque salvaguardan sus valores personales con una buena dosis de crítica inteligente, de ironía llegado el caso y de manifestaciones de ánimo para quienes quieran seguir al pie del cañón y ver que en realidad, y digan lo que digan, el Rey va desnudo. Si nos fijamos estamos en un buen momento para poder aprender a cómo no hacer muchas cosas, pero para eso sería necesario cultivar la memoria, es decir predisponernos a tomar consciencia del por qué de las cosas y a medir las consecuencias de nuestros actos. En menos de una semana han dejado que nos enteremos de que un matarife ha arrollado con un camión a cientos de personas en Niza, se ha dado un fallido golpe de estado en Turquía tras el que las promesas de no actuar con represalias veremos a ver por dónde salen, los políticos siguen jugando al gato y al ratón en España, un submarino nuclear ha estado a punto de contaminar las aguas de dos mares y no han cesado las revanchas entre policía y manifestantes civiles en Estados Unidos. Dentro de cuatro o cinco días vendrán otras barbaridades a suplantar a las anteriormente mencionadas y si se destapa algún que otro caso merecedor de una justicia que medie entre los fines y los medios será a cambio de mucho dinero o a causa de un chivatazo por desajustes en el reparto del pastel. Pero insisto, todo esto son temas, son los temas que nos está tocando vivir, es lo que nos están mostrando, con lo que hay que lidiar y convivir, a lo que hay que enfrentarse, en lo que hay que saber nadar y no tropezar en exceso, y afortunado de aquel que sepa cómo apañárselas para no volverse loco de lucidez en este volar sobre el nido del cuco al que tenemos acceso tan solo con poner los pies en la calle.

2 comentarios:

  1. Todavía no ha terminado uno de estremecerse con el último horror, cuando acontece otro peor...

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    1. Y dentro de poco ni nos acordaremos; hay tanta noticia funesta, una encima de la otra.

      Salud, Dyhego.

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