jueves, 29 de septiembre de 2016

¿Quiénes somos?



Oímos hablar, en esas conversaciones existenciales en las que se les da vueltas al omnipresente tema del quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, de nuestro papel en la vida, de lo que representamos para con nosotros y para con el resto, del sentido de la vida misma más allá de despertarnos cada día y volver a empezar en esa tortuosa tarea que supone todo mito de Sísifo enclaustrado en las costumbres y los prejuicios de lo establecido y aparentemente inamovible que tienen los hábitos enfrascados del miedo al qué dirán y de la línea recta que hay que seguir para no sacar los pies del plato de cara a la galería, pero pocas veces nos detenemos en la valiente determinación de plantearnos quiénes somos realmente y hasta dónde podemos llegar renegando de nuestra  acomodada posición de consumidores de un planeta al borde del colapso. El arte tiene mucho que ver con desvincularse de lo estático, con atreverse a mirar y a dar un paso, con la ingenuidad de la que nace una idea brillante que no se ha quedado enmbobada con el bloque de mármol sino con lo que pueda haber dentro de él, regresando a la infancia, al país de las maravillas de lo no dado por supuesto. Medito sobre esto y caigo de nuevo en lo poco que dejamos que se desgrane el mundo ante nuestros ojos, con un poco de paciencia, no sometiéndolo a la férula de nuestra inquisitiva sarta de movimientos instintivos basados única y exclusivamente en nuestro juicio, en lo que creemos y de lo que no se puede salir a no ser que sea para darnos el gusto de que acabe la representación siendo más parecida aún a lo que nosotros hemos establecido y preconcebido como válido. Siempre escribe uno sobre lo mismo, en cada artículo que esbozo, en cada fragmento de mi diario hay siempre un halo de escepticismo alentador que me mueve a indagar en lo que pueda haber detrás de lo que vemos. Oímos hablar de nuestro papel en la vida pero compruebo que no reparamos en nuestra responsabilidad, dejándonos engatusar por la sobrecarga de estímulos que invaden y circundan como una culebrina el cuerpo de nuestro pensamiento hasta dejarlo tieso matando el aburrimiento, como si el tiempo nos sobrara, como si esa clara manera de querer avanzar sin saber hacia dónde fuera la más firme prueba de nuestra inconsciencia, de nuestra irresponsabilidad. La responsabilidad es algo que tiene que ver con la conciencia, con el respeto hacia aquellos que estuvieron antes que nosotros, con la labor positiva de pasar por el tamiz de la autocrítica todo aquello que podamos cuestionarnos sin tapujos ni tregua para llegar a ser lo más parecidos a lo que somos, a lo que habita con nosotros y por falta de interés y por el pavor ante lo desconocido dejamos sin explorar cayendo así en picado nuestras posibilidades de ascenso intelectual y humano, demasiado poco humano. Lo malo de esta sociedad aparentemente tan bien informada es que no se pregunta el origen de todo ese cúmulo de datos y a las primeras de cambio se ponen de moda recetas con las que entramos en el mismo convencimiento con el que acataríamos una verdad universal, como si comer manzanas o peras o tomates o beber tantos litros de agua contuviera una verdad tan inapelable para la sanación de nuestras enfermedades como la de que la tierra da vueltas alrededor del sol y gira sobre sí misma.

4 comentarios:

  1. quienes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?? estamos solos en la galaxia o acompañados?? y si existe el más allá?? y si ha. rencarnación?? http://youtu.be/xBJptFW3pDY

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    1. ¿cuándo fue el gran estallido? ¿dónde estamos antes de nacer?

      Abrazos

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  2. A veces, mejor no preguntarse nada. Nos volveríamos locos o nos traumatizaríamos. Ya que estamos aquí, vivamos lo mejor posible.
    Salu2, Clochard.

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