lunes, 24 de abril de 2017

El teatro de los sueños


Resultado de imagen de bodegon de manzanas verdes

Paseo por la sala del restaurante en el que ejerzo, acompañando a un joven candidato a formar parte de nuestro equipo, y a la vez que le voy describiendo el escenario no dejo de sorprenderme de hasta qué punto pueden algunos lugares formar parte de nosotros: Old Trafford, el teatro de los sueños en el que cada día repartimos felicidad y nuestros movimientos se acoplan acompasándose con los movimientos de los clientes, con sus sonrisas y diálogos, con sus poses de seres humanos predispuestos al goce que supone percibir el halo de bienestar que desprenden las paredes de este templo en el que descubrí hace ahora veinte años el significado de la palabra estilo. Siento que aquí han transcurrido algunos de los momentos más importantes de mi vida profesional, y parece como si las cosas me hablaran, como si se dirigieran a mí en ese estado de reposo y silencio en el que el comedor se encuentra por la tarde, a esa hora en la que ya no queda nadie, ocasión ideal para entrar en conversación con los enseres, cuando los manteles plegados en las esquinas de las mesas son la firme prueba de que ha habido alguien limpiando, cuando por las ventanas del salón principal entra esa inconfundible luz de Sevilla que en forma de brillos reflejados sobre los platos de presentación parece como si acentuara las esdrújulas de la porcelana. Hay lugares que van escribiendo nuestra historia, que nos van haciendo ser conscientes de todo lo que nos ha sucedido conectando presente con pasado tendiendo los brazos de la creatividad sobre un futuro que se encuentra a la vuelta de la esquina de mañana, en nuestros ademanes y costumbres y formas de hacer, en cada vez que ponemos en práctica lo que hemos ido aprendiendo. Hay que dar muchas vueltas para volver al mismo sitio. Después de ir y venir de un restaurante a otro a lo largo de dos décadas, incluyendo momentos en los que estuve a punto de dejar el oficio, cada vez que reparo en cómo regresé aquí hace ahora dos años y medio no dejo de asombrarme de cómo los cruces de caminos me han llevado hacia un destino que no estaba ni en el más delirante de mis delirios. Para un camarero de profesión, con vocación de escritor, amante del arte de la decoración, resulta esencial sentirse rodeado de una estética que lo envuelva todo en un aura de elegante calma, de predisposición a que los cinco sentidos intervengan en el guión, y pase lo que pase siempre tendré que estarle agradecido a la vida por haber tenido la oportunidad de contar entre mis vivencias con la de ocupar el puesto que ocupaba mi Maestro cuando yo era a penas un aprendiz y se me caía la baba al ver la facilidad con la que el Teacher tomaba las comandas de memoria y la facilidad con la que era capaz, y lo sigue siendo, de enderezar entuertos. El teatro de los sueños es una sala de corte clásico en la que el trabajo se desarrolla impulsado por la fuerza motriz de la juventud; una mezcla que le da sentido a la docencia ya que forma parte de una escuela de hostelería cuyo filosofía se basa en la realidad. Durante los días que he estado ausente he hecho acto de presencia en dos ocasiones, y en las dos he vuelto a percibir que existe una relación directa entre lo que somos y el lugar en el que posiblemente seamos la mejor versión de nosotros mismos.


2 comentarios:

  1. Me alegra saber que está recuperado.
    Hay lugares que marcan, sin duda.
    Salu2, Clochard.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Somos algo de los lugares por los que hemos ido pasando.

      Salud, Dyhego.

      Eliminar