miércoles, 19 de abril de 2017

Puerta veintiséis aniversario


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Hubo un veintiuno de Abril del noventa y uno y una hora concreta de ese día en la que el destino nos regaló un ser humano de los pies a la cabeza, el Pintinho del patio de un colegio de Osuna que con sus zapatazos de oro hacía que los abuelos de los niños sevillistas recordasen a Campanal; qué manera de chutar, qué manera de sentir, qué manera de jalar, que manera de subir y bajar por la banda, qué manera de gritar papá quiero una bufanda, qué manera, digo yo, de no saber nada más que decir que viva Manuel Turán. Hay, existe, lo confirmo y lo siento y lo palpo y lo canto si hace falta, una puerta veintiséis con la que, cosas de la magia del Sánchez Pizjuán, se estrena hoy un nuevo cumpleaños, una puerta por la que tendrán que entrar los Biris sin ser escoltados hasta los aledaños del estadio, con la sensación de asombro intacta, con el corazón en las gargantas de las que saldrá el aire que sople las velas de un aniversario que no le teme al adversario, que maneja el pincel en la mise en place del escenario, que a imagen y semejanza de aquellos otros, digamos que Arza, Busto, Lora, Suker, Reyes, Jiménez, Navas, Palop, Kanoute y tantos y tantos más, muestra también futuros ademanes de sabio. Hay una sonrisa, una forma de decir qué pasó, una manera de andar por la sala con la que me encontré a orillas del Cantábrico, una pose, un detalle, un estilo, una gramática parda de joven catedrático, una forma de amar las artes del servicio en sentido clásico, un colarse entre la defensa por un resquicio, un no recurrir al suplicio de no parar de quejarse ante un cero a tres en el partido de ida, una sacudida de talento fruto de la espontaneidad y de la fe en la remontada, una filosofía resumida en la forma de vida de los que de nada piden y todo dan. Hay una sensación de alivio cuando con él me encuentro pisando la hierba de mármol de Old Trafford. Hay una visión de juego, un no dejar para luego lo que ahora está muy claro, una ejemplar suerte de llevar la bandeja, una moraleja para cada ocasión en la que el directo nos ofrece una lección, una dirección en el toque de balón, un ojo que mira por la espalda antes del último pase, una fase de calentamiento con un cafetito en la zona del desbarase. Hay un sentido común, unas normas, una disciplina, un método, un afán, una cata de pan, un no temerle miedo a la puré, un ayer nefasto que se olvida a partir del momento en el que volvemos a tener contacto. Hay un abecedario del trabajo, unos tirantes que se visten por los pies, una partida de ajedrez en el salón Diario, el descriptivo vocabulario de la elaboración de un plato, un desparpajo y el savoir faire de un buen anfitrión, un amigo y compañero, un jugador de primera división. Hay personas que han nacido con el don de servir a los demás, de atender y comprender y saberse poner en la piel de los clientes, con ese aire de mayordomos del siglo XXI cargados de experiencias a pesar de su juventud. Hay una fila de copas alineadas, una muletilla con el lomo bien doblado, una servilleta plegada en las manos del señor Ramos; hay una silla cepillada con mimo y con cuidado, un pase de cocina en el que se tachan las comandas con esmero, un rigor de cirujano en cada cosa que hace, en cada copa de cava que vierte, en cada botella de Valbuena que vende, en cada vez que se le nota en la cara que le divierte estar cansado y al mismo tiempo lleno, pleno, realizado, contento, satisfecho. Eso, ladies an gentlemen, es lo que hay: así es Don Manuel Ramos.

MUCHAS  FELICIDADES, MANUEL!!!!!!!!!

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