jueves, 31 de agosto de 2017

Redes sociales



Resultado de imagen de redes sociales

Como no soy dado a las redes sociales me cuesta mucho trabajo mantenerme permanentemente en contacto, de hecho no lo hago, con mis amigos y conocidos mediante esas vías de comunicación que me resultan un tanto insulsas debido a su afán de protagonismo y a su, paradojicamente, impersonalidad. Cuando estoy en la cola del supermercado o esperando a ser atendido en cualquier establecimiento, compruebo como el personal se entretiene, mata el tiempo, con sus teléfonos en la mano enviando mensajes en Facebook, Twitter, Instagram y en ese plan, o sencillamente charlando mediante Whatsapp. Hace unos días comprobé como cinco de las seis personas que nos encontrábamos aguardando nuestro turno en una tienda de pinturas estaban embobados en la pequeña pantalla de su móvil, hasta el punto de que les costaba darse cuenta de que el dependiente preguntaba quién era el siguiente. Parece como si de esta manera nadie se encontrase solo, y en esa relativa virtualidad nos vamos defendiendo igual que el poeta se defiende con su voz interior tratando de memorizar los versos que le acaban de caer del firmamento sobre el que se posa de su mirada. Para los que preferimos una soledad acompañada de otra forma todo esto de las redes sociales nos resulta un tipo de aislamiento hacia fuera, a pesar de la aparente continua compañía que pueda denotar el hábito de no dejar de estar presente en cualquiera de estos medios, y tendemos a recurrir a eso de que no hay nada como un buen diálogo en presencia de otra persona, llegando incluso a pensar que nos encontramos en un proceso de decadencia comunicativa por mucho que parezca que ahora es cuando más fácil resulta estar en contacto con todo lo que ocurre. Pero de tanto pensarlo hay también un hueco para la duda, para cuestionarme si no estaremos en cierta forma equivocados y acaso no seremos nosotros, los que preferimos un libro o una charla o un paseo contemplativo, los inadaptados. Cada época y etapa de la historia tiene sus particularidades y sus  detracciones, sus rechazos a lo nuevo, sus manías de enquistamiento en lo aprendido durante la infancia, y de la misma forma que el Rock fue considerado una subversiva tendencia musical o la aparición de los primeros escritores que prefirieron usar un ordenador para trabajar hizo que aquellos otros que no entendían el oficio sino de la amanuense manera pusieran el grito en el cielo, ahora la queja se centra en la impersonalidad y la sospechosa velocidad a la que se cuecen las misivas y se tiene acceso a las noticias; recordemos que en la Grecia de Platón la escritura llego a ponerse en duda por considerar la memoria por encima de ésta; que se sepa Sócrates no escribió ni una palabra. Dicho esto llego a la conclusión de que hay que hacer un esfuerzo por pertenecer al siglo XXI, utilizando con la debida moderación esos canales cuya abundancia me dan repelus a primera vista, si no quiero quedarme anclado en la sobremesa del XX. Me doy cuenta cada vez que trabo conversación con uno de los jóvenes de mi equipo, tan acostumbrados como están ellos a manejar con una envidiable habilidad todo lo que tenga que ver con las redes sociales; entre otras cosas porque eso es lo que hay y lo que tenemos y lo que el tiempo nos ha ido dando. En fin, ya veremos, la cuestión es sentirse vivo y en contacto con los demás sin caer en la reiterativa opinión que a lo largo de la historia ha ido poniendo en boca de los hombres eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario