sábado, 2 de diciembre de 2017

Diario de Diciembre XXXII


Resultado de imagen de el mundo

La primera vez que pisé La Ciudad fue una mañana de finales de Septiembre del 96. Había viajado en autocar durante algo más de tres horas. El viaje empezó de noche y fui testigo de la claridad del día llegando a Córdoba; iba con ganas de descubrir el Mundo y el mundo de todo lo concerniente a lo que de momento viene siendo mi profesión, y venía también con ganas de descubrir el mundo mundo, lo que para mi resultaría ser Nueva York, Dublín, Moraira, Moralzarzal, Marbella, Ibiza, Donosti, Mallorca, Huesca, Lladó, Murcia, Madrid, L´ampordá, Cantabria, Huelva, Cádiz, Asturias, Igualda, La Carolina, eso: el M/mundo, La Ciudad; la gente, las apariencias, las luces y las sombras, las calles atestadas, los escaparates diseñados a la última, los músicos ambulantes, el murmullo de las plazas y los árboles salpicando de naranja la mirada, la festividad de un apartamento compartido por estudiantes, la idiosincrasia de lo que se resumía en la célebre y bella palabra Duende, las formas y maneras de muchas personas juntas cruzando esquinas de un casco antiguo religioso como él solo. Esperando en los semáforos aposté por la corrección que aquí resulta insulsa a no ser que se lleve al terreno de la proximidad conseguida y conquistada y reconquistada. El aire que tiene aquí la lengua castellana es de Maestros: las vidas de Luis Cernuda y de los hermanos Machado, de José María Izquierdo y de Joaquín Romero Murube, de Manuel Cháves Nogales y de Bécquer, de Blanco White y de Alfonso Grosso. Vine a descubrir el nombre de muchos lugares y eso, en fin, el mundo así muy someramente resumido. Llegamos a La Ciudad y yo estaba dormido; alguien me movió el hombro para despertarme. La luz era tenue y clara, difuminada en la incomparable atmósfera de los andenes de  la estación de El Prado de San Sebastián. Esta mañana, desde una de las ventanas de la Avenida de Málaga, he podido comprobar que era esa la luz que lucía aquel día de finales de Septiembre del 96.

3 comentarios:

  1. Precioso viaje por el que me has hecho transitar. Saludos desde Murcia.

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  2. «...Y es tanto lo que he bebido y sigo teniendo y sigo teniendo sed...».
    Saludos y abrazos desde Cantabria.

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  3. La primera vez que vi la Ciudad, como tú la llamas, Clochard, tendría yo 14 años. Subimos a la Giralda y me llamó la atención ver una piscina en la terraza de un edificio; me sorprendió ver un río con tanta agua (acuérdate del Segura), a un amigo le robaron la cazadora con 5.000 pesetas, la torre del Oro me pareció muy pequeña, la calle Sierpres me recordó a la Trapería y nos paseamos en unas barcas en la plaza de España.
    Salu2.

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