lunes, 5 de febrero de 2018

Diario de Febrero LI


Resultado de imagen de papeles arrugados

Hay días en los que la bombilla tarda más en encenderse. La llovizna improvisa una fuga sobre las hojas de una inmensa planta de hojas caducas. Un domingo gris de invierno es una estación en la que se piensa en el destino. Algo hay que hacer. Suena Miles Davis y ya no sé si es el estímulo del jazz el que acompaña a la cerveza o viceversa. Un escritorio desordenado es el mapa mental de quien frente a él se encuentra; lápices, bolígrafos, notas y cabos sueltos, libros en vertical lista de espera, un cuaderno de pentágramas sobre los que se escriben los versos de la ocurrencia, las ideas en forma de legible caligrafía, lo que después nunca se encuentra, retahílas, cuestionarios, apéndices y cuatro pinceles pidiendo paso. He recibido, por parte de un académico, el decálogo del escritor según Hernest Hemingway; no dan puntada sin hilo, ni el académico ni el escritor. El personal se va de los sitios sin decir adiós buenas tardes; la estética de lo cotidiano se nos olvida, se nos sumerge en las cavilaciones cada vez más veloces. Esta claro, en el ámbito empresarial, que ir a o lo Baudelaire significa suicidarse; por el mar corren las liebres, por el monte las tortugas. Creo que el sentimiento de injusticia está muy ligado a lo poco habitual que resulta usar los buenos modales. Escuchando a la banda de Aaron Goldberg entiende uno por qué algunos bateristas prefieren coger una de las baquetas entre el índice y el pulgar. La música se encarga de reconciliar los pensamientos, y eso es un buen argumento para no irse a dormir de vacío. 

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