miércoles, 7 de marzo de 2018

Diario de Marzo LXVIII



Resultado de imagen de arreglar el mundo

Tras un rato de conversación salgo a la puerta de la Academia para comprobar el estado del mundo, y noto que se ha producido un cambio en la velocidad de la Tierra debido a nuestros dialécticos y pacíficos logros sin que nadie se haya enterado, o sea que ha sido ejecutado con el suficiente comedimento afín al transcurrir de la concordia, para que el acompasado silbido de las nubes nos regale una nota en un suspiro, para que el cuadro al óleo de los balcones siga siendo tan presumido, para que la panorámica del paisaje urbano continúe siendo siempre tan agradable con un quinto de cerveza en una mano y en la otra un cigarrillo recién liado. Lo que ven mis ojos son siluetas y rostros y poses y figuras y perfiles de fachadas, algunas esculpidas con el gusto de los buenos modales y otras desaforadas en su egolatría; lo que ven mis ojos son papeles por el suelo y malas caras y discordia por doquier o indiferencia, y parejas dándose besos y abrazos y gente que saluda con alegría, saltos de mata y acuerdos ejemplares, de todo un poco y en ese plan. En la Academia se habla de Fernán Gómez y de Paco Umbral, y de los escritores circunscritos a la etiqueta de republicanos que durante los ochenta abanderaron la literatura que hasta entonces no se podía publicar en España; se habla de Miguel Delibes y de la creación de una escuela de escritores que tuvieron que desarrollar el arte de la redacción superando las inclemencias de la censura; se habla del librepensamiento y de la intelectualidad, del problema de Cataluña y de la clase política, de los desbarajustes y los disparates que tantas dudas provocan, que tanta desconfianza siembran, que tanto miedo esconden, que tanta demagogia despachan. Contar con la Academia cerca de casa es uno de los privilegios accesibles de la vida. 


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